lunes, marzo 05, 2007

La tarde del domingo

Desde la infancia aprendí a sobrellevar la tediosa, abúlica y casi siempre precursora de un lunes afanoso ..."tarde de domingo". Con el paso de los años ha llegado a ser la muy placentera y deliciosa "tarde de los domingos" que paso leyendo comics, generalmente releyendo atrasados, me dejo llevar por esa abulia domesticada y picoteo de aquí y de allá permitiéndome redescubrir nuevas genialidades entre viejos amigos, ayer tuve el acierto de sumergirme entre los clásicos del terror de la EC , buscando leer solo las historias guinozadas por Gaines-Feldstein y dibujadas por Graham Ingels "Ghastly", fué un acierto que se llevó en volandas la tarde del domingo; como librero me apena que no le hubieran dado un formato más presentable a estas colecciones de la EC y también el hecho de que no hayan sigo las bibliotecas más vendidas, estando muy por detrás de las Bibliotecas marvel de menor éxito , creo que no deberían faltar en la estantería de ningún coleccionista, pero claro esa es mi modesta opinión, un consejillo para los que no las pillasteis en su momento, no os demoreis demasiado que me da en la nariz que no llegarán enteras en catálogo al 2008.
Saludos

5 comentarios:

SpockAGP dijo...

¡Que fin de semana! Nada más ni nada menos que Ghastly (espantoso).

Tras leer ese "monstruo" del dibujo puede uno apreciar al Maestro de maestros que inspiró a muchos grandes del terror.

Entre ellos, a Bernie Wrightson (Creepshow, La Cosa del Pantano, etc)que con su obra inmejorable JENIFER (Creepy nº 14 Toutain Editor), cuento corto de una intensa atmósfera espesa y tenebrosa hace un buen homenaje al Maestro.

Estoy con Pablo ... quien tenga ya la colección, que la lea o relea según el caso. Quien no la tenga .... ¿a que espera? recordar que estamos en el pais del "descatalogador feroz" ... estornudas y cuando te recuperas, se esfuman libros, colecciones y hasta autores.

Que pregunten a los seguidores de Den de Corben o de los cuentos y libros de Alvaro de Laiglesia (en el universo hermano de la letra) las dificultades (y costes) para encontrar ejemplares actualmente.

Anónimo dijo...

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA NOSTALGIA

Saludos, gente de En Portada:
Soy aficionado al mundo de los comics Marvel desde la tierna edad de siete años. De modo que puedo jactarme como otros niños de aquella generación del baby boom, de haber aprendido a juntar las silabas no desde los cuadernillos de Ediciones Rubio, sino desde los declamatorios bocadillos escritos por Stan Lee, donde era evidente que La M con la A rimaba con La Masa en vez de con mamá, y la T con la O tenía sin duda algo que ver con Thor.
Por aquellos maravillosos años en los que se iniciaba la turbulenta década de los setenta, la vida a mí me parecía así de simple. Como juntar dos silabas al libre albedrío, ya que entonces no tenía hipotecas que pagar, ni tenía que soportar ninguno de esos tejemanejes adultos que a diario me patalean la entrepierna como una patada de las de Gorgón, el de los Inhumanos.
En aquellos entonces, mi única preocupación era saber el contenido que entre dos trozos de pan guardaba la merienda, y acabar pronto los deberes para releerme en la gran mayoría de los casos, un buen tebeo de Spiderman, de los Vengadores o del Capitán América, que eso de comprar un tebeo nuevo andaba más bien jodido, debido a la recesión económica de la época y a que no había distribuidoras ni puntos de venta mínimamente fiables, como no fuera el quiosco del barrio, y las tiendas de compro cambio y vendo de los mercados, donde por un duro podías cambiar tu tebeo por otro, asegurándote antes eso si, de que a este no le faltará ninguna página.
Investigando sobre el caso, estoy seguro que debí engancharme a los comics Marvel, en el tránsito que hubo desde el formato de bolsillo de ediciones Vértice al formato revista. Y así pude ver desde el otro lado de esas viñetas mal paginadas y amarillentas, lo poderoso y enorme que era Galactus, lo jodido que llegaba ser aquello del cubo cósmico, la mala leche que se gastaba el duende cuando sobrevolaba New York city, y lo malitas que se ponían las Brujas Escarlatas cuando se daban un paseito por Wundagore. Lo cual obviamente era la hostia, y más si lo comparamos con la tediosa oferta televisiva de medía hora de dibujos de Hanna Barbera en blanco y negro, y con el nihilismo de ocio infantil que había por entonces en mi barrio de Madrid.
De modo que fiel a estas epopeyas de ficción, instigado en aquellos años por mis vecinos, fui testigo sin el menor orden cronológico de cómo asesinaron a Gwen Stacy (el verdadero amor de Peter), de lo bien que se curró Eglehart su Capitán América y el Halcón, de la magia de Neal Adams en La Patrulla X, del insuperable arte de Buscema en los Vengadores, y del Kirby de los Cuatro Fantásticos cuando le entintaba Joe Sinnott. La era dorada del Universo Marvel: Como para no engancharse.
He de reconocer que desde entonces hasta ahora ha pasado mucho tiempo, por lo que me considero a mi mismo un superviviente de aquella nostalgia, que ha sobrevivido con masoquista perseverancia a la etapa de Bruguera, a capullos del tipo Liefeld y Larsen, a sagas como la del clon, a los inútiles crossovers de los noventa, y al peor imposible de Lobdell en el universo mutante. Esas, entre otras lindezas.
Sin embargo, y sin que exista ningún motivo razonable, guardo desde entonces en mi interior algo de ese ávido gusanito de mi infancia, el cual me hacía tener la curiosidad siempre alerta ante el último cacharro salido del intelecto de Reed Richards, ante la perspectiva de lo que pudiera pasarle a Conan en uno de esos reinos de nunca jamás gobernados por un poderoso adorador de Set, por ver que arma definitiva escondía la nueva base secreta del villano de turno, o por saber irrefutablemente y de una bendita vez si Thor era mas fuerte que el Increíble Hulk.
Y así que todos los primeros de mes me veo peregrinando a la tienda de Juan Pablo y Pedro, en busca de ese tebeo que sacie esa nostalgia todavía tenaz. En la enésima búsqueda de esa nueva aventura que me lleve de nuevo al helitransporte de Shield, que me traslade otra vez al viejo apartamento de Peter y Harry, que me deje entrar por la puerta en el despacho del fiscal Nelson (que para ventanas no debía ganar el bueno de Foggy), o a sentarme en aquella artúrica mesa de reuniones de los Vengadores para que de este modo se me vuelvan a abrir las doradas puertas del reino de Asgard.
Y en eso sigue empeñada mi perserverancia: En no desistir. Actuando como ese fiel creyente que Stan Lee siempre estuvo seguro que nos convertiríamos. Como aquel niño que tomaba aire nada mas leer: “Stan Lee presenta…”, y luego dejaba volar su imaginación.
Alfonso Zúñiga ( 7 de Marzo de 2007).

Juan Pablo dijo...

Bravo¡¡ Alfonso

Peter dijo...

Hola Alfonso, lo tuyo si que es una trayectoria de lector veterano. Muy bien reseñada cada época (hasta los perfidos 90 de Liefeld y Lobdell). Y es que es lo que digo siempre, los clásicos no perduran por la nostalgia ni por ser "los primeros", sino porque eran historias de impacto. Y sino es por el tebeo, las novelas de aventuras de siempre y algo icónico del cine, las generaciones no tendrían ni mitología ni imaginación con la que entetenerse y divertirse.
Un saludo,

Anónimo dijo...

Curioso, un tocayo de apellido y comiquero también :)